Dos igual a uno
Entre estas cálidas sabanas mis brazos te rodean fuerte. Mi pecho aprieta tu espalda, que sinuosa dibuja ese polígono perfecto que desciende suavemente, desde la anchura de tus hombros hasta tu estrecha cintura. Tu cadera se curva hacia atrás y acerca poco a poco tu culo a mi pubis que, a su vez, ejerce instintivamente fuerza opuesta. Mientras, mi piel escucha tus gemidos que anuncian éxtasis.
Entre estas cálidas sabanas mis brazos te rodean fuerte. Mi pecho aprieta tu espalda, que sinuosa dibuja ese polígono perfecto que desciende suavemente, desde la anchura de tus hombros hasta tu estrecha cintura. Tu cadera se curva hacia atrás y acerca poco a poco tu culo a mi pubis que, a su vez, ejerce instintivamente fuerza opuesta. Mientras, mi piel escucha tus gemidos que anuncian éxtasis.
Mis manos aprietan tus tetas e intuyen el resto de tu torso,
cada vez más erizado y sensible, tanto que cualquier pequeño movimiento de mis
dedos se otorga el poder de inclinar tu cabeza atrás y hacer que tu boca exhale
jadeo tras jadeo.
Sin saber cómo, me sientes de repente dentro de ti y
cerrando los ojos te entregas toda, sometida a mis movimientos rítmicos cada
vez más intensos, que te elevan como si la gravedad no fuera para ti.
Tu cuerpo es alma y tu alma es cada vez más placer, y ya no te
entiendes sin ese estallido que está a punto de llevarte al fin del mundo.
Tu ser se abre en canal y cada célula disfruta de ese
instante eterno mientras dentro de ti sientes una tierna y dulce humedad. Cada
caricia de mis manos eriza aun más tu piel, y cada suspiro, poco a poco, te va
resolviendo la secreta fórmula de dos igual a uno.
Rafa Moreno
No hay comentarios:
Publicar un comentario