sábado, 30 de noviembre de 2019

Dos igual a uno


Dos igual a uno

Entre estas cálidas sabanas mis brazos te rodean fuerte. Mi pecho aprieta tu espalda, que sinuosa dibuja ese polígono perfecto que desciende suavemente, desde la anchura de tus hombros hasta tu estrecha cintura. Tu cadera se curva hacia atrás y acerca poco a poco tu culo a mi pubis que, a su vez, ejerce instintivamente fuerza opuesta. Mientras, mi piel escucha tus gemidos que anuncian éxtasis.
Mis manos aprietan tus tetas e intuyen el resto de tu torso, cada vez más erizado y sensible, tanto que cualquier pequeño movimiento de mis dedos se otorga el poder de inclinar tu cabeza atrás y hacer que tu boca exhale jadeo tras jadeo.
Sin saber cómo, me sientes de repente dentro de ti y cerrando los ojos te entregas toda, sometida a mis movimientos rítmicos cada vez más intensos, que te elevan como si la gravedad no fuera para ti.
Tu cuerpo es alma y tu alma es cada vez más placer, y ya no te entiendes sin ese estallido que está a punto de llevarte al fin del mundo.
Tu ser se abre en canal y cada célula disfruta de ese instante eterno mientras dentro de ti sientes una tierna y dulce humedad. Cada caricia de mis manos eriza aun más tu piel, y cada suspiro, poco a poco, te va resolviendo la secreta fórmula de dos igual a uno.

Rafa Moreno

miércoles, 27 de noviembre de 2019

VEREDICTO ( Juicio contra Miguel López por el asesinato de su suegra Carmen Martínez )

Cruzo el arco detector de metales y nada más acceder al interior del Juzgado siento cómo mis hombros, ya metalizados, se abaten dirigidos hacia el suelo, como si un imán invisible tirara de ellos hacia abajo. Miro de reojo al espejo que queda a mi derecha y no me reconozco. Mi barba encanecida por completo, mi vestimenta que se agranda según voy caminando, mi espalda curvada, mis pisadas  livianas, como si me asustara hacer ruido, como si no quisiera que nadie reparara en mí. El Miguel López que era hace tres años: altivo, poderoso, de mirada penetrante y seguro de sí, me abandonó aterrado cuando empezó el martirio. Sé que nunca volveré a ser como fui. Me siento instalado en un estado catatónico que parece cebarse conmigo con complaciencia.
Atravieso un espacio frío e impersonal; voy reduciendo, poco a poco, la velocidad de mi pisada porque el temor me paraliza; aún así, consigo llegar a la sala del juicio. Toda ella es de madera, con suelo de parquet color dorado, con sillas de madera claras. Resulta luminosa, insultantemente alegre. Parece una broma de mal gusto la del arquitecto que concibió el proyecto: dotar de materiales amables a un lugar en donde nueve desconocidos van a decidir mi futuro.
Me dejo caer de un golpe en el asiento, abandonado a una suerte que depende de otros. 
A mi derecha, en una tarima que eleva a los que la ocupan, mi abogado, el  abogado de la acusación particular, sus respectivos ayudantes y el fiscal.A continuación, centrados, la Presidente del Tribunal, otro Magistrado y la Letrado de la Administración de Justicia. Enfrente de mi, el jurado : seis mujeres y tres hombres. Su anonimato contradice el poder que tienen sobre mi vida.
Los abogados y los magistrados, con esas togas que parecen albergar inmundicia  aunque estén recién lavadas. La mayoría de ellos y de los miembros del jurado visten de negro, como un presagio fatal de duelo inminente, de mi duelo.
Mi atuendo: chaqueta, pantalón y zapatos oscuros,  para no desentonar con el resto . Solo me he permitido la camisa blanca sin corbata , no para alterar la armonía cromática, sino para evitar que el ahogo que siento se haga más intenso todavía.
A la izquierda  está el público: familiares y algún amigo, periodistas y ciudadanos con poca ocupación y mucho morbo que se relamen al comprobar cómo los ricos , a los que tanto odian, son tan infelices como ellos e incluso más. Ni mi mujer ni mis hijos me acompañan. No sé cómo entender su ausencia, sin embargo, en estos momentos es lo que menos me preocupa.
He venido a este lugar diariamente durante un mes. He oído argumentos a favor y en contra de mi inocencia. Muchas veces he dejado de escuchar inconscientemente. - ¿ Por qué hablaban de mi y de mis sentimientos tantas personas que me resultaban irrelevantes hasta un día antes de comparecer en el estrado? - ¿ Quién les había otorgado esa autoridad sobre mi persona ? - ¿ Cómo es posible que haya permanecido sentado durante horas, sin rebelarme contra este espectáculo gratuito ? Las preguntas se agolpan unas sobre otras, atormentándome, sin más respuesta que mi silencio.
Intento no detener la mirada en ninguno de los presentes para no delatar mis nervios, mi súplica, mis miedos. Cabizbajo, miro uno de mis zapatos polvoriento, manifestando así la dejadez en la que me he instalado tras tanto sufrimiento. Estoy agarrotado, me siento impotente, mi destino no depende de mi. La pesadilla empezó el 8 de febrero de 2017, cuando me detuvieron como presunto autor de la muerte de mi suegra por dos disparos en la cabeza. Dos días después entré en prisión, allí estuve retenido durante treinta y nueve días.El olor a lejía que impregnaba aquél lugar se ha instalado en mi cerebro desde entonces. No logro desembarazarme de él. Se usaba a cualquier hora y en cualquier lugar, como si la ira, la venganza, la decepción,  el dolor, la soledad, el odio  o el terror pudieran disolverse con ese líquido apestoso. No olvidaré jamás esa experiencia que casi consigue desquiciar mi mente. Pese a todo he llegado hasta hoy, 10 de noviembre de 2019, dos años, once meses y un día después del crimen. Quedan pocos minutos para que se dicte el veredicto. El fiscal pide más de veinticuatro años de cárcel: el resto de mi vida prisionero, apestado, separado de mi gente, de la sociedad, proscrito.
Quiero gritar que soy inocente, que yo no maté a mi suegra, aunque la odiara. Ya es tarde. Está todo dicho. Los medios de comunicación hace tiempo que me condenaron. Mi estómago se contrae sin miramiento. Me sudan las manos. Me siento incendiado por dentro y helado por fuera.   
Una mujer de mediana edad, como nueva portavoz, procede a leer el veredicto :  ¡no culpable ! ¿ He oído bien? Sí, lo he hecho. Las manifestaciones de alegría de los pocos amigos que han venido a acompañarme así lo ratifican.Contra todo pronóstico, después de tres días de deliberaciones, de la crisis de ansiedad de un miembro del jurado, de la devolución del primer acta (en la que se pedía mi condena) por la Presidente del Tribunal por no fundamentarse correctamente, me han absuelto. No consigo creérmelo, pero instintivamente me abrazo con furia a mi abogado, sin contener las lágrimas que recorren mis mejillas, ni las gotas que calientan mi entrepierna.
Giro la cabeza para observar a esas mujeres y  hombres que han decidido que pueda retomar una vida en libertad.  Seis de ellos, han apostado por mi inocencia, otros tres no creen en ella. Mi mirada se cruza con la de uno de ellos, la suya que parece interrogarme  -¿ De verdad no asesinaste a tu suegra ? Le contesto moviendo los labios: - No lo sabrás nunca.



martes, 26 de noviembre de 2019

DOS VIDAS. UN INSTANTE


                             Dos vidas. Un instante

El largo recorrido de la vida, los momentos, instantes de felicidad, "la vida es un mal cuarto de hora lleno de algunos segundos exquisitos" (Oscar Wilde).

Recuerdos de mis vivencias con veinticinco años. Una muchacha pelirroja que se dejaba arrastrar por las circunstancias. En aquel tiempo quería ser poeta, pero ser poeta no depende de las ansias de serlo, sino de las cualidades y de los contactos pero en aquella época, no se solían tener muchos contactos.


Recuerdo las tertulias con otros amigos, que se decían poetas, y de pronto sentada, triste, defraudada, observo una nube grisácea del color del polvo de estrellas. Me siento estafada por la vida, no supe evadirme, no supe ni en un solo segundo comportarme como una mujer. Claro eran tiempos difíciles... la transición, el choque de ideas, los padres, que con buena voluntad, intentaban en todo momentos guiarnos, cuando la mejor guiá siempre es uno mismo.
Pero aquí me hallo añorando los tiempos pasados y pensado en mi malgastada juventud. Malgastada y perdida en la noche de los tiempos, por una niña tonta que no supo que rumbo tomar. Mi alma, una masa de moléculas que estallan, un cúmulo de estrellas fugaces, una intersección de sentimientos, sensaciones. Ahora no soy une niña pelirroja, voy por la calle, llueve, y a mi lado, montones de transeúntes, se cubren la cabeza con insólitos pañuelos, los menos con paraguas. Me meto en un bar, un poco cutre. Fuera, la lluvia arrecia y los clientes, todos hombres, me miran curiosidad y se encienden un cigarro, yo también me lo enciendo, es mi vicio, mi único vicio. La puerta tintinea, el dueño a puesto unas campanillas que reverberan. Una chica joven de largo pelo pelirrojo lleva un bolso hipie, una monada, me tengo que comprar uno así. De su cuello cuelgan multitud de variopintos abalorios. Mirándola se percibe que no es una mujer que siga los dictados de la moda. Se sienta a mi lado en una silla, donde millones de microorganismos, bacterias, paramecios y amebas pululan regodeándose en la falta de higiene. Coge sus largos cabello pelirrojos, se hace un moño. Hebras cobrizas orlan su rostro y descuidadamente las sujeta con un lapiz sonríe ojos negros que inician una conversación muda
La miro sin comprender ¿qué demonios quiere decirme?. Bebe con parsimonia su café, yo hago lo propio con el mio, cierro los ojos y miles de puntos negros se ciernen sobre mi. Escuchó los ecos del pasado ¿ No te acuerdas de Daniel?

Daniel siempre será el gato que araña la luna, poeta, muy desgarrado. No tienes porque arrepentirte de nada, tu obraste como eres, con el corazón.
Con el corazón, qué sonido sarcástico, no fui una pazguata, una puritana, de falda larga, una mujer que no escucha sus sensaciones, sus anhelos, sus emociones, siempre me he preguntado que hubiera pasado si hubiera aceptado irme con el a un hotel.
Ella se levanta, huelo su perfume, es el mismo que utilizo yo. Me fascina esa chica, es bonita y sus ojos brillan, no como los míos, opacos y arrugados, la edad se nota. Ademas la vida no da las mismas oportunidades ni el mismo raciocinio
Se oye el tintineo de la puerta.... el sonido se pierde... como me pierdo yo

viernes, 22 de noviembre de 2019

punto de vista

El próximo día veremos el punto de vista.
Os dejo el enlace a un relato de Cortázar para que lo leáis y lo comentemos:
https://ciudadseva.com/texto/la-senorita-cora/
 
¡Buena lectura y feliz finde!

jueves, 21 de noviembre de 2019

MI VIDA EN 5 MINUTOS


MI VIDA EN 5 MINUTOS

En horas de estudio, como la profe de guardia que era aquel día me ocurrió algo que me hizo pensar, dudar y … acabé hablando conmigo misma.
- Profe me dejas una hoja? Hace frío y prefiero estar en la clase de estudio.
- Vale, pero tendrás que hacer algo chulo.
-  Profe, ¿cuántos años tienes?
Ante aquella mirada, no podía hacer otra cosa. Tenía que mentir un poco. Tan pequeña y yo, que nunca pensé que me sentiría mayor, tuve que mirarla, poner cara de misterio y contestar:
-  Tengo cuarenta y un años, y tu mamá?
-  Mi mamá treinta y uno - respondió. Se quedaba mirando mi estuche, bolis, iba estudiando mi mesa. Y quise comentarle:
-  Diez menos que yo. Es muy joven… -añadí.
Sin más se fue a sentar y empezó a dibujar. Me entretuve con otros alumnos, mandé silencio y al llegar la hora, como casi todos los días, empecé a recoger.  De la pequeña no me acordaba. Seguía en su pupitre diciéndome que le quedaba poco. Me encantaba ver su mirada clavada en el folio garabateando a saber qué. Empecé a despedirme de todos y de repente vino, me mostró el dibujo y…quedé sorprendida, pasmada. Me encantó la obra de arte, pero... menudo ¡Zasca!, pensé.
-¿Te gusta?- contenta y con una pícara expresión esperaba mi respuesta y mi reacción. Me miraba y quería leer lo que mi cara decía. Aguardaba un comentario. Era tan fuerte que no necesitaba aprobación ninguna. Sentía su enérgica candidez que la protegía del mundo. Noté una punzada muy fuerte y exclamé:
-¡qué chulo! ¿Es para mí? Gracias artistaza.

Algo tenía que decir. Sonó la música y despidiéndose sonrió y se fue a clase.
Me senté y observé cómo en un folio había dibujado un camino en forma de zig-zag, y en el centro estaba mi tumba. Recorriéndolo aparecía yo dibujada con diferentes edades: con un año, con cuatro, doce, veintiuno, veinticuatro, treinta y uno, cuarenta, cuarenta y uno, ochenta y nueve y RIP. Era genial toda mi complicada vida estaba resumida en aquel ingenioso cómic en unas cuantas viñetas. Me entró la risa. La sencillez de aquel dibujo me produjo cierto desasosiego. Tan simple, tan maravilloso, brutal pensé. Lo mejor, era el resumen de todo:
“Para la mejor profe de sociales y una profe de estudio estupenda un beso, con carita”.
Me llegó una voz:
- Ja, vuelvo a repetir  ¡menudo Zasca!
- ¿Por qué me dices esto?, no entiendo, te burlas?
- No esperabas que te calcara -comentó.
- A ver, no estaba mirando si me había calcado o no. Como profe que soy, intentaba analizar los trazos, el espacio utilizado, la expresión de las diferentes caras, etc
- Ya ya, mira qué cara de enfado a los treinta y uno. No se te ocurrirá corregir. No seas profe aburrida. Te ha dibujado sonriendo y con mucha energía. Hasta te ha puesto flores en tu tumba. No te conoce y ya ha retratado tu vida  y ha escrito tu epitafio.
- Eres un poco cruel, no? Crees que hemos sido así?
- Por qué dices hemos?- preguntó.
- Porque también sales tú, no crees? Con qué edad te identificas? Yo soy la de veintiuno. Estoy explicando en una clase, las fases de la luna.
- Pero, si ahora tienes… en fin, eres la de las primeras arrugas, un poco más gruesa y con falda. Por supuesto, la lengua fuera como en cualquier foto de móvil.
- Estoy en todas las edades. Ves? En cada viñeta, saco la lengua y me burlo de mí misma.
- Lo que veo es que has vivido tan intensamente que no te has enterado de nada. Has querido abarcar tanto que los momentos más lindos, se están empezando a borrar. Y una niña de siete años en dos trazos te ha tuneado en todas las épocas de tu vida.
- Tranquila, no voy a olvidar. Se que nuestra vida ha sido feliz, con desengaños, dura y amarga, pero llena de fortaleza. ¿Me ayudarás a recordar?-le pregunté.
- No te olvides de lo que nos decía papá:
“ No dejes de sonreir”



La Becaria

Hace dos semanas entré como becaria en esta agencia de publicidad. No es la más grande, pero sí de las mejores. Por aquí han pasado grandes...