Por Marta
Llueve en el patio
soleado,
cubierto de nubes
de viscosa, lana, acrílico, algodón.
La lavadora, que no centrifuga,
alarga su llanto.
Las vueltas, el zarandeo,
un mar de espuma nubla la vista.
El agua caliente, asfixia,
purifica.
La ventana al exterior,
el grito pidiendo auxilio.
Las prendas tendidas,
humilladas, ridículas,
Lloran.
Esperan.
El viento las hace bailar,
mientras el sol devora su color.
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