miércoles, 1 de abril de 2020

La Naranja

Cuando bajé al patio, para realizar la compra preceptiva del confinamiento; iba cabizbaja, triste, pensativa. No había nadie, pensé que todos los vecinos estaban encerrados en sus casas. Cada uno con su historia más o menos vulgar, corriente... pero con su historia.

Al salir a la calle, me encontré a marcianos, que como yo iban a comprar a Mercadona, marcianos que también tenían su historia.

Como en el piso de abajo, la asistenta en un rapto de impaciencia y de locura había acabado con el viejecito de la silla de ruedas...porque le había pedido una naranja... y a ella se le había olvidado




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