miércoles, 30 de octubre de 2019

BLANCO Y FRÍO

 BLANCO Y FRÍO

Me hablaban de lejos, muy lejos y todo a mi alrededor era blanco. 
Nada tenía el aspecto que solía tener habitualmente. Quería investigar, enterarme de lo que ocurría allí. No podía oler, escuchaba mi propia respiración y pitidos, muchos sonidos agudos que generaban revuelos y gritos. Sólo intentaba situarme. Lo último que recordaba era que estábamos en la playa, hacia calor. Una leve sonrisa se me escapaba, recordaba el oleaje, el salitre en mi cuerpo, uf qué placer.
Y ahora, de repente, hace frío. No puede ocurrirme esto, en Valencia, en pleno verano y muriéndome de frío. El helor que percibo no es normal. No estoy en lo alto de una montaña, en medio de un glaciar, no es invierno. Y lo peor, estoy sin ropa y tumbada sin defensa alguna.
Estaba en sus manos, me dejé llevar. Alguien me susurró, me habló dulcemente, y yo, mirando hacia el techo vi una luz intensa y blanca. Intenté contestar y fue inútil, la sensación de placidez me embarcó en un profundo y frío sueño. Nunca antes me había podido dormir con tanto frío. El ser humano siempre intenta sobrevivir o protegerse de sensaciones molestas. Yo no podía.
Sentía frío.
Me desperté en una cabina blanca, seguía desnuda y atada a tubos y máquinas. Alguien me habló. Nina, no hay ningún problema, ya no sentirás dolor, el chip está en tu cuerpo. Te han vuelto a ordenar los recuerdos. 
No entiendo nada, ¿quién me habla? Empieza en mi interior una lucha, pero contra qué o quién. Pasa por mi cabeza una idea fugaz. Todo lo que has vivido es una farsa. No eres profe, no tienes hijos, todas tus vivencias no son tuyas, etc. 
Esa voz insiste:
No te alteres, es cuestión de tiempo. Ya pasó, mañana de nuevo a trabajar en otro nivel.  Solo es eso, una voz. 
Sigue haciendo frío, me muevo y vuelven los pitidos. Alguien grita, y yo sólo quiero agua, y salir de allí. 
De repente, suenan más rápidos y más fuertes, todos a la vez, y me veo tumbada en una camilla y mucha gente gritando, todos hablan a la vez. No necesito que me ordenen los recuerdos. Una congoja me llega desde lo más bajo, me quedo sin respirar y lloro. Sigo en manos de alguien que no me explica ni comenta lo que están haciendo conmigo. 
Esta vez mi cerebro parece revelarse, no quiero olvidar y ellos lo notan. En la agencia de viajes no hablaban de sensaciones, sólo de experiencias. ¿No saben que el cerebro humano evoluciona con ellas? Si la experiencia es muy  fuerte, podré avanzar evolutivamente? 

Habían anunciado que proporcionaban experiencias inolvidables. Pero, son olvidables,  de hecho no me he enterado de nada. Me quieren hacer evolucionar sin contar conmigo. 
¿Por qué una experiencia hace crecer a unas personas y a otras no les afecta?
¿Tiene algo que ver con los momentos que vivimos? ¿Somos dueños de esos momentos o el chip de la agencia me niega la voluntad?

Sigue haciendo frío, es lo único de lo que estoy segura.
Al fin, me levanto, me enrollo en una sábana y me asomo a un pasillo interminable, pero afortunadamente vacío. Bravo, estoy haciendo algo que no está dentro del chip…o eso creo. 
¿Por qué no hay color alguno? 
Vuelven las voces, me quedo quieta y nadie me ve. Me he camuflado en el blanco. Esto puede ser lo mismo que pasar inadvertida o estar muerta.  No me gusta. Si no me ven ni me oyen, es posible que haya desaparecido. Estaré muerta. No creo, sigo pensando, en cualquier caso es poco oportuno pensar en pensar. Debería actuar, pero para qué?

Prometo no volver a esta agencia. Es una experiencia vacía, la nada no se experimenta, solo se sufre. Y no me apetece sufrir.

Cambiaré de agencia. Iré pronto, ahora me voy a recuperar de la fría nada.
Marina Defez


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Becaria

Hace dos semanas entré como becaria en esta agencia de publicidad. No es la más grande, pero sí de las mejores. Por aquí han pasado grandes...