MI VIDA EN 5
MINUTOS
En horas de
estudio, como la profe de guardia que era aquel día me ocurrió algo que me hizo
pensar, dudar y … acabé hablando conmigo misma.
- Profe
me dejas una hoja? Hace frío y prefiero estar en la clase de estudio.
- Vale,
pero tendrás que hacer algo chulo.
- Profe,
¿cuántos años tienes?
Ante aquella mirada, no podía hacer otra cosa. Tenía que mentir un poco.
Tan pequeña y yo, que nunca pensé que me sentiría mayor, tuve que mirarla,
poner cara de misterio y contestar:
- Tengo
cuarenta y un años, y tu mamá?
- Mi
mamá treinta y uno - respondió. Se quedaba mirando mi estuche, bolis, iba estudiando mi mesa. Y quise comentarle:
- Diez
menos que yo. Es muy joven… -añadí.
Sin más se fue a
sentar y empezó a dibujar. Me entretuve con otros alumnos, mandé silencio y al
llegar la hora, como casi todos los días, empecé a recoger. De la pequeña no me acordaba. Seguía en su
pupitre diciéndome que le quedaba poco. Me encantaba ver su mirada clavada en
el folio garabateando a saber qué. Empecé a despedirme de todos y de repente
vino, me mostró el dibujo y…quedé
sorprendida, pasmada. Me encantó la obra de arte, pero... menudo ¡Zasca!, pensé.
-¿Te gusta?-
contenta y con una pícara expresión esperaba mi respuesta y mi reacción. Me
miraba y quería leer lo que mi cara decía. Aguardaba un comentario. Era tan
fuerte que no necesitaba aprobación ninguna. Sentía su enérgica candidez que la
protegía del mundo. Noté una punzada muy fuerte y exclamé:
-¡qué chulo! ¿Es
para mí? Gracias artistaza.
Algo tenía que
decir. Sonó la música y despidiéndose sonrió y se fue a clase.
Me senté y
observé cómo en un folio había dibujado un camino en forma de zig-zag, y en el
centro estaba mi tumba. Recorriéndolo aparecía yo dibujada con diferentes edades:
con un año, con cuatro, doce, veintiuno, veinticuatro, treinta y uno, cuarenta,
cuarenta y uno, ochenta y nueve y RIP. Era genial toda mi complicada vida
estaba resumida en aquel ingenioso cómic en unas cuantas viñetas. Me entró la
risa. La sencillez de aquel dibujo me produjo cierto desasosiego. Tan simple,
tan maravilloso, brutal pensé. Lo mejor, era el resumen de todo:
“Para la mejor
profe de sociales y una profe de estudio estupenda un beso, con carita”.
Me llegó una voz:
- Ja, vuelvo a repetir ¡menudo
Zasca!
- ¿Por qué me dices esto?, no entiendo, te burlas?
- No esperabas que te calcara -comentó.
- A ver, no
estaba mirando si me había calcado o no. Como profe que soy, intentaba analizar
los trazos, el espacio utilizado, la expresión de las diferentes caras, etc
- Ya ya, mira qué
cara de enfado a los treinta y uno. No se te ocurrirá corregir. No seas profe
aburrida. Te ha dibujado sonriendo y con mucha energía. Hasta te ha puesto
flores en tu tumba. No te conoce y ya ha retratado tu vida y ha escrito tu epitafio.
- Eres un poco
cruel, no? Crees que hemos sido así?
- Por qué dices
hemos?- preguntó.
- Porque también
sales tú, no crees? Con qué edad te identificas? Yo soy la de veintiuno. Estoy
explicando en una clase, las fases de la luna.
- Pero, si ahora
tienes… en fin, eres la de las primeras arrugas, un poco más gruesa y con
falda. Por supuesto, la lengua fuera como en cualquier foto de móvil.
- Estoy en todas
las edades. Ves? En cada viñeta, saco la lengua y me burlo de mí misma.
- Lo que veo es
que has vivido tan intensamente que no te has enterado de nada. Has querido
abarcar tanto que los momentos más lindos, se están empezando a borrar. Y una
niña de siete años en dos trazos te ha tuneado en todas las épocas de tu vida.
- Tranquila, no
voy a olvidar. Se que nuestra vida ha sido feliz, con desengaños, dura y
amarga, pero llena de fortaleza. ¿Me ayudarás a recordar?-le pregunté.
- No te olvides
de lo que nos decía papá:
“ No dejes de
sonreir”