UN CUENTO DE TERROR NAVIDEÑO
“NO HAY LIBROS BUENOS NI
MALOS,SOLO HAY LIBROS BIEN
ESCRITOS O MAL ESCRITOS”“ OSCAR WILDE”
Carlos
vivía en un bonita casa de campo de paredes amarillas y moradas,
con el vivía Amparo y sus cinco hermanos. En el salón de la casa
había colocado un gigantesco abeto importado de los Países bajos,
donde también son oriundas las fresas y las semillas de María, en
aquellos años no se encontraban abetos tan grandes para la
Navidad.
Le gustaba especialmente la claridad que se filtraba por
las ventanas, el contraste que ofrecía con el espumillón blanco y
brillante. Carlos era leal e ingenuo, la lealtad constituía una
máxima , un axioma que hacía que pisara fuerte por la vida.
El
día de nochebuena, la mañana amaneció húmeda, festoneada de agua
y la noche se perfilaba fría. Carlos puso un tronco de pino, la
mejor madera del mundo, al otro extremo de la casa había un
calefactor. Los hermanos eran muy frioleros. Amparo había cocinado
una cena de nochebuena de lo más tradicional, un redondo de ternera
mechado con zanahorias y panceta con acompañamiento de lombarda y
champiñones,
Loa
productos vegetales, salían de la explanada verde y extensa que
constituía el jardín, en esto se percibe un claro avance hacia la
autarquía, y si sobraba algo iban al mercado de la zona y así
llenaban las despensas de los vecinos.
La
casa se iba llenando de un rico aroma, el crepitar del tronco que
ardía en le chimenea , se confundía con el "cri-cri" del
asado. Costó un poco meter a los chavales en vereda, aún alucinaban
con los regalos; y todavía celebraban la leyenda importada de
Estados Unidos, y de los países del norte europeo, llamada Papa
Noel. Sobretodo el hermano mayor de los cinco, que estaba dale que te
pego a la play-station. No hay que olvidar la Naturaleza adictiva de
estos juegos, el chaval pasaba de nivel con la tranquilidad que
devoraba pastillas de Vi-codina el legendario Dr.
House.
Amparo
y Carlos dieron por concluida la cena, los niños se fueron a la cama
y se respiró el cálido y agradable ambiente a paz.
Salieron
al jardín, a la noche fría, el firmamento salpicado de galaxias
blancas,las sombras del cielo oscuro caían intemporales, magníficas,
hacia una noche preciosa. La realidad siempre es disociativa y desde
luego supera la ficción; en aquel rato no podían sospechar lo que
iba a acontecer. Se limitaban a sentirse a gusto juntos.
De
pronto,a lo lejos se vieron unas formas opacas, de un esplendente
brillo fantasmal, que presagiaban un suceso extraño (La
verdad esta ahí fuera).
El primero que vio se acercaba desde la linea negra del horizonte.
Esas aviesas formas caminaban a rachas como muñecos que no habían
aprendido a andar, con brazos largos , amorfos cual palos de escoba.
Amparo
calculaba, eran muchos, demasiados. Luego empezaron a arrastrase como
orugas y tras sus pasos cansinos solo podía haber desolación.
´Trataron de conservar la
calma ¿no sería todo producto de sus mentes calenturientas, un
tanto psicóticas? Al fin y al cabo veían mucho el plasma.
Carlos
que tenía reflejos de héroe, corrió hacia la casa,y desde las
ventanas contemplo a los entes que se acercaban. Comenzó la ardua
tarea de atrancar las puertas, previo echar los pestillos. Amparo le
alcanzo el martillo y los clavos, incluso ella, con lo inútil que
parecía, hacía lo que podía por salvaguardar su hogar. Carlos
descolgó las cortinas, se sentía responsable.
Cual
"las muñecas de famosa se dirigen al portal", aquellas
formas, entes sibilinos, se acercaban, se acercaban a la entrada,
mudas y desgalichadas, podían atisbar sus fauces, sus sudarios
blancos, como salidos de la tumba. Masticaban huesos. (Aquello
no dejaba se ser espeluznante y terrorífico, salido de una película
de Darío Argento.)
Carlos
como héroe, no podía permitir que los entes acabaran con la
armonía, el bienestar y la felicidad que con tanto esmero y mimo
construyeron Amparo y él en su hogar. Se defendió como pudo, cuando
los invasores entraron y Amparo corrió a la habitación, donde los
pequeños miraban a su alrededor despavoridos. Como
si se tratara de un croasan se lanzaron sobre él rezumando gula y
lujuria... quedo convertido en un Eccehomo, todo sangre, al
más puro estilo gore.
Trascurrieron
unos segundos infinitos, solo el silencio. La música del silencio se
escuchaba en la casa, ya vacía. Las criaturas se habían ido, habían
cumplido su cometido, habían alcanzado su meta Amparo no sabia que
meta era esa, pero sin duda pasaba por acabar con aquel Ángel que
durante años había ejercido como Pater de familia. Acarició
blandamente las cabecitas morenas y rubias que la rodeaban sumidas en
el sueño de los justos y se encamino a la cocinas, "demonios
que cocina me han dejado y después me queda el salón", cogió
un cubo, lo lleno de agua y empezó a echar amoniaco.
TINA ALARCÓN
Sin duda la tuya es una historia bien escrita !!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, no tanto el argumento como la forma de contarlo. Felicidades