miércoles, 5 de febrero de 2020

INALCANZABLE

Inalcanzable 

Contemplo su mirada dulce y tierna, su sonrisa con hoyuelos y picardía, su cintura esbelta, delgada como luna creciente, podía apreciar su luz cinérea, las mariposas en el estómago que tanto alardean por fin las estaba sintiendo, jamas me había enamorado tan perdidamente, pero todo cambió de un momento a otro, el destino hizo lo suyo, además no contábamos con mucha suerte, empezando que no era un tipo distinguido, de buena familia, solo era un simple carpintero que se ganaba la vida de sus oficios varios día a día, era de suponer que sus padres no estaban a gusto con nuestra relación.

Su memoria la llevo intacta, mi odio tal vez es más grande que el amor, a veces pienso que están tan cerca, pero a la vez tan distante, al final todo queda como una elipsis en el espacio de nuestras vidas. Mi último diálogo con ella lo llevo como un souvenir que penetra mis huesos, el dolor ha hecho raíces en el alma y aquí me encuentro, después de 5 años; ese último encuentro sin razón, con un final inacabado y un sinsabor de nostalgia. 

-Es mejor que te vayas, ve y estudia tu carrera de diseño y actuación, prometo que haré un teatro con sus interiores de color blanco, como siempre me lo has pedido, te haré una habitación para que puedas tener tus ensayos, tus pinturas, que puedas rebosar de creatividad con todas las herramientas que necesites, haré una alcoba amplia, con vista hacia aquel jardín de flores y rosas de color violeta y azulados. 
-¿Harías todo eso por mi?
-Por supuesto que lo haré, tú sabes que cumplo mis promesas, solo espero que cumplas las tuyas.

En ese momento su sonrisa delató ese porvenir que sabía que vendría, pero por miedo no quería aceptarlo. Con el tiempo supe que se había casado con un general del ejército de la Marina, sus padres de seguro se sentían orgullosos. 

Por mi parte continuaba con mi promesa, día a día trabajaba para hacerla realidad, iniciando por las bases, el cambio físico de la materia prima tomaba orden, los muebles en la alcoba, los marcos de las puertas y ventanas, las molduras, escritorios, librerías y por supuesto: la habitación de diseño dentro de todo el recinto. Trabajé muy duro para verla terminada, y aquí estoy; frente a ella, detallándola, pensando tal vez si algún día vendrá  a verla, por lo menos a darle el punto de vista, pero luego me doy cuenta de que ya es tarde, ella tiene otra vida, tal vez ni se acuerda de este carpintero que un día le juró amor eterno.

Me percato de la hora y es tarde, saldré a comprar unos materiales a la tienda de bricolaje, me iré caminando pienso, me ayuda a despejar la mente, a lo lejos observo  a una señora que espera pacientemente el paso de peatón mientras los coches circulan sin cederle el paso, le ayudo a pasar al otro lado de la calle, sigo caminando y de pronto vigilo una silueta afable, o al menos es la sensación que percibo, los nervios cada vez son mayores, su cabello ondulado de color rojizo, lleva un vestido elegante de color blanco, da media vuelta y puedo reconocer con desdén sus gestos, sus muecas, su risa visible, puedo interpretar sus labios rojos, su nariz puntiaguda con pequeñas manchas que la adornan de fatuidad y pienso “es ella”, tanto tiempo, no ha cambiado en absoluto, creo que los años le han hecho bien.

La veo ansiosa como si estuviera esperando a alguien, no sé qué hacer, si acercarme y decirle que le tengo edificado su teatro, que he cumplido mi promesa, y que espero con ansias la suya. 
Me acerco sutilmente sin que se de cuenta, pero en ese momento llega un coche de color negro, “que ironía”, el color que menos le agrada. Se baja del coche un tipo elegante con traje, alto y selecto, aunque un tanto veterano, la saluda con un beso y luego repone:

 - ¿vamos cariño?, tus padres nos esperan.

En ese momento pude sentir el odio hacia todos, pero sobre todo hacia mí mismo, por creer en ella, por tener viva esa pasión desde aquel día que la conocí. Me dirijo a casa y empiezo a escribir una carta, luego arreglo mis cosas en dos maletas, no hay mucho por llevar, elijo un destino al azar, los ahorros que tenia planeado en un futuro ahora se han convertido en simple papel de quemar.

Transcurren algunos días, pero todo ya estaba planeado; me dirijo hacia la casa de sus padres, suponía que ahí debería de estar, timbro dos veces, ladra un perro tedioso con locura, espero impaciente y finalmente alguien abre la puerta; el tipo me examina de pies a cabeza, pero no me siento intimidado, también lo espío con hastío y luego repongo: 

- esta carta es para tu mujer, soy un amigo de su adolescencia, entréguesela por favor.  
-¿amigo? Ella nunca me habló de un amigo.
-Tal vez algún día lo haga; repuse. 

En ese momento salió ella, su rostro se había convertido del color del vestido que llevaba puesto “rojo”, en realidad no era una escena cómoda, por mucho que ella fuera actriz, no pudo disimular su estupor hacia mi. 

-Jeremy exclama, mientras su voz se desguabina como cristales endebles.
-Hola querida, estás muy apuesta, sin duda los años están al merced de tus días.
-Ha sido un placer veros, tengo un poco de prisa, que vaya bien la vida, ¡si la viven!.
-Hasta pronto...
-¿Quien es este tipo cariño? Repone su marido

Observo sus miradas desconcertadas, y acelero el paso, me pierdo en la vuelta de la calle, pido un Cabify, espero 5 minutos y ahí está.

-lléveme al aeropuerto por favor, 
-¿alguna canción en especial señor? 
-¡si! una que sane heridas del alma. 

El conductor sonríe, y mientras escucho aquellas letras que me hacen recordar sus promesas baratas y embusteras; lentamente se desliza una lágrima y pienso: podría haber hecho algo más, pero no lo merecía, luego siento un sabor agridulce por la carta, ya que ella sería su sentencia, en realidad era la sentencia para ambos; en fin. 

-¡Que buena canción amigo!.

Autor: Jeremías 

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