miércoles, 19 de febrero de 2020

LOS JUEVELEES


LOS JUEVELEES



-           ¿Lo de siempre señoras? Preguntó el camarero dibujando una leve sonrisa con la comisura de sus labios.

El muy truhán se sabía atractivo y no tenía ningún recato en utilizar su mirada azabache y su amplia sonrisa para engatusar a aquellas tres maduritas, que el primer jueves de cada mes se reunían para su tertulia literaria.

-           ¿De verdad te acuerdas de lo que tomamos o es sólo para quedarte con el personal? le espetó Bárbara, que no soportaba a los galanes atractivos y creídos.

-           Mira que eres agria, Barbi, le recriminó con sorna, Cris.

Cris sabía sacar de sus casillas a Bárbara y disfrutaba viendo como ésta era incapaz de no soltar un abrupto cuando le llamaba así, pero en el mismo momento intervino Lila impidiéndolo.

-           Haya paz que acabamos de llegar. Si Pedro, por favor, vamos a empezar con tres tequilas como de costumbre, le dijo, guiñándole un ojo como respuesta a su cautivadora sonrisa.

-           Supongo que habéis leído el libro este mes, preguntó inquisitoriamente Bárbara, llevamos tres que cuando no falta una, falta la otra; ¡así no vamos a ninguna parte!

-           Calma Barbi, que esto no es ningún examen, que lo hacemos por distracción y sobre todo para vernos al menos una vez al mes.

-           Cris, como me vuelvas a llamar así ¡te juro que no vengo más! ya está bien de tocarme los ovarios, como si no me los hubiera tocado bastante el cabrón de mi jefe esta semana.

-           Venga, no te pongas así, sabes que sólo es una broma, pero ya veo que no está el horno para bollos. Lo siento. ¿Dinos, que te ha pasado?

-           La verdad es que prefiero olvidarme de las mierdas del curro. Pero no me los toques más o terminaremos mal.

-           Mira ya están aquí los chupitos, intervino lila. Vamos a brindar por los juevelees

-           ¡Anda! sí, por los juevelees,

-           Por los juevelees!!!

-           ¡Pedro! otra ronda de chupitos que el libro de hoy tiene miga y ….jamón. Pero ahora de vodka que me han dicho que hay uno negro que te deja la lengua igual y quiero asustar a alguien esta noche.

-           Cris, Cris, ¡sujeta a la bestia! que aún es pronto y vamos al lio, dijo Lila sonriendo a Pedro, mientras éste volvía a la barra a por más combustible.

-           Este Pedro tiene lo mismo de guapo que de tonto, Lila, no sé por qué le miras de esa manera, observó Bárbara

-           Bár…bara, porque que la vida son dos días y la mitad son noches y las pasamos durmiendo. Y porque me sube la bilirrubina que ¿voy hacer? Ya tengo bastante listo con el de casa….

-           Ea pues, vamos con los de Marte, venga, dijo cris achispada sólo con el primer chupito

-           La verdad, Lila, es que sólo a ti se te podía haber ocurrido elegir este libro de entre todos los que tiene Jonh Gray.

-           No me toques los ovarios ahora tú a mí, Barbarita, que cuando tu elegiste el de Kate Millett, aquel, el de la política sexual, el que hablaba de todo menos de sexo y aun así nos lo leímos

-           ¡Vaya tela como hemos venido este juevelees ¡Mirad, ya están aquí los chupitos?

-           ¡Por los juevelees!

-           ¡Por los juevelees!

-           ¡Por los juevelees!

-           A ver. Intervino Cris. Empecemos. ¿Este libro es un poco carca no? ¿Dónde queda la igualdad si los hombres son de Marte y las mujeres de Venus?,¿Es que tenemos distinto el cerebro o qué?

-           Exacto. Se apresuró a afirmar Bárbara. Este libro está lleno de arquetipos y topicazos. Es como decir que los hombres nunca van juntos al cine, ni solos a la playa.

-           O que tienen una ceguera selectiva y circunstancial, añadió Lila. No ven en los cajones, ni en las neveras cuando buscan algo.

-           Bueno …. puede que eso sí sea generalizable a los marcianos afirmó,con sorna, Cris.

-           ¿Ceguera?,¿sólo ceguera? y ¡sordera transitoria también! Ninguno acude a comer a la primera llamada. No sea que les toque poner la mesa.



En ese momento las tres rompieron a reír en un ataque incontrolable al verse las lenguas negras por el chupito de vodka. Desde el otro lado, en la barra, Pedro las observaba desconcertado mientras le decía a su compadre:

-           No hay quien entienda a las mujeres, ¡ni que fueran de Venus!


Rosa María Ramírez

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